#SomosColombia: La necesidad de crear una narrativa nacional inspiradora

Hace un par de años escribí un artículo sobre la oportunidad de construir una narrativa en torno a la paz. Pensaba que ese sueño —la paz— era un propósito común de los colombianos que nos uniría como país. La paz se politizó y la sociedad se polarizó. No fue posible construir esa narrativa, ni mucho menos aglutinarnos alrededor de ese discurso.

Dos años después, aprovechando el contexto de la conmemoración del bicentenario de la independencia de Colombia, el 7 de agosto de este año, retomo la idea y la necesidad de crear una nueva narrativa y un propósito nacional. Identificar un propósito común, rescatar lo que nos une, afianzar nuestro sentido de pertenencia, nuestra identidad. Cambiar la conversación por una más positiva, que nos inspire y que nos permita trabajar juntos por un mejor futuro.

Crear un relato positivo nos ayudará para combatir la agresividad que hoy en día impera en nuestra sociedad, y que se ve reflejada en las redes sociales. Colombia tiene retos enormes que nos despiertan una gran frustración, nadie lo desconoce. Estos sentimientos, sin embargo, opacan nuestro progreso, generalizan un clima de desesperanza que muchas veces no corresponde con la realidad y degeneran en un diálogo lleno de odio e irrespeto por las ideas ajenas. No se trata de ocultar nuestros problemas, que son muchos, sino ayudar a combatirlos con sueños comunes.

La narrativa de un país nos dice quiénes somos, qué nos une, qué nos hace únicos y qué objetivos comunes tenemos. El centro de una narrativa nacional es el propósito compartido y se construye alrededor de su gente. Ser conscientes de los valores y atributos que compartimos nos aleja de la desconfianza hacia el otro, de la intolerancia y la falta de respeto, eleva nuestra autoestima como país y nos permite mirar hacia el futuro.

Esto es lo que somos: un país con una gran riqueza natural; diverso culturalmente, donde confluyen distintos géneros musicales y una variedad gastronómica extraordinaria.  De gente alegre, trabajadora y con tesón. Un país con un complejo pasado de violencia, pero resiliente. Una nación a pesar de sí misma, tomando el título del libro sobre historia de Colombia de David Bushnell.

Todos disfrutamos de una buena historia. Los invito a que empecemos a conversar a partir de esa nueva narrativa. Contemos cuentos sobre la biodiversidad de nuestra tierra, sobre las regiones, sobre las distintas culturas gastronómicas o musicales. Rescatemos las historias de nuestros deportistas, que a punta de trabajo y esfuerzo han logrado sobresalir en su campo. En las historias de muchos futbolistas hay ejemplos de vidas creadas a pulso, con trabajo y tesón. Ni hablar de casos como el de Nairo Quintana, o Catherine Ibargüen, o Adriana Ocampo Uria, geóloga planetaria y directora del Programa de la Ciencia en la NASA.

Identifiquemos anécdotas de gente sencilla, de personas común y corrientes, de héroes anónimos que a partir de pequeños o grandes actos han logrado generar un impacto positivo en sus comunidades. Conozcamos más de cerca la vida detrás de nuestros productores en el campo; de los transportadores; de los juglares vallenatos que cantan las historias de sus pueblos; de las maestras y maestros; de los policías. De esas madres cabeza de familia que se levantan antes del amanecer cada día para dejar organizada su casa antes de salir a tomar tres buses distintos para llegar a su lugar de trabajo. ¡Qué admiración me producen!

No se trata de crear una ficción alrededor de nuestra identidad: todo lo contrario. Se trata de partir de lo más auténtico, de aquello que nos define, y crear un mensaje que nos una a todos, que resuene en cada uno, que nos impulse a unirnos y luchar juntos por un mayor bienestar. El proceso de creación narrativa implica encontrar ese propósito común que se derive en una historia y una conversación masiva entre los colombianos sobre lo que somos. A partir de valores reales podemos generar un diálogo que esté por encima de credos políticos y discursos polarizantes llenos de odio e intolerancia.

Construyamos una narrativa nacional inspiradora y cambiemos el curso de nuestras conversaciones. ¿Qué tal si a partir de ese simple ejercicio, todos nos convertimos en agentes de cambio y logramos transformar el diálogo hacia uno más positivo y reconciliador?

No esperemos a que nuestros gobernantes construyan nuestra narrativa. Creámosla nosotros mismos, apropiémonos de ella, inundemos las redes sociales con historias ordinarias que en realidad son extraordinarias. Cambiemos el curso de la conversación y el comportamiento para que haya coherencia y podamos refundar juntos un mejor país. Celebremos nuestro bicentenario movidos por ese sueño. ¡Hagámoslo por nuestro país! Porque, ¡#somosColombia!

Publicado en El Espectador https://www.elespectador.com/opinion/somoscolombia-la-necesidad-de-crear-una-narrativa-nacional-inspiradora-columna-836753/

Anterior
Anterior

La cancha de la alegría: la reconstrucción de un sueño

Siguiente
Siguiente

Ventana